Segunda parte de la serie sobre las librerías independientes zaragozanas. Esta semana, El Pequeño Teatro de los Libros (c/Silvestre Pérez, 21).

A ver,que me aclare yo. ¿Esto, qué es? ¿Un teatro? ¿Una librería? ¿Una librería de teatro? Pues un poco de todo, y además, está en Las Fuentes, en uno de esos barrios zaragozanos tan ayunos de librerías. Una apuesta periférica en todos los sentidos. Pocas veces se justifica tan rotundamente el adjetivo 'diferente' para definir un lugar.

El Pequeño Teatro de los Libros va a cumplir un año en la calle Silvestre Pérez. Tiempo más que suficiente para ganarse un hueco en el paisaje literario y sentimental de la ciudad, donde ha entrado con fuerza. O los lectores han entrado con fuerza en la librería. Es difícil saber quién penetra a quién en estos casos.

Más que teatro -de pequeño, nada: con 400 metros cuadrados es más grande que muchas salas 'underground'-, es un templete en el que Ciro y Carolina ejercen de sacerdotes paganos. Con los cortinajes rojos, el lugar tiene algo masónico, aunque los suelos son de madera, no ajedrezados. Conforme el lector recorre el atípico local siente aromas de Borges y de Oscar Wilde, un perfume entre decadente y refinado, entre vanguardista y clásico.

Ciro es el librero veterano, curtido en Cálamo y en otros reductos bibliófilos. Carolina es la pasión empresarial, la que reparte espacios y luces y la que te propone que te sientes, que te sirvas un café y que hojees sin prisa cualquiera de los libros que se medio esconden entre los cortinajes.

Como en Los Portadores de Sueños, en El Pequeño Teatro también se da mucho protagonismo a los niños, que tienen dos barcas de libros a su disposición y multitud de actividades pensadas exclusivamente para ellos.

El Pequeño Teatro de los Libros ha cambiado radicalmente el concepto de 'librería de barrio'. Ojalá cree un nuevo estándar. Ojalá cunda el ejemplo en todos los barrios.